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viernes, 17 de septiembre de 2010

Ramas.. raíces... lodo

La calle luce anaranjada
los perros se notan cansados, viejos y cubiertos de sarna

Mi espalda está abierta y en ella se han clavado agujas en los pulmones
su alma se ha enterrado dentro de mi médula, me absorbe la vida y la visión
Y aunque yo quise en mi paladar saborear sus dedos hasta la náusea, me ha vencido su sabor de dama copulando con árboles y lombrices...

Mujer que te has vuelto una masa tibia, una raíz que se pudre con la tierra de tu hombre
ojalá que el día me evapore a tu boca.

Yorela B.

17-09-010

Fragmento Nina. " Capítulo I

¿Nina? Nina, despierta… ¡Nina!

Nina estaba con una frazada de papel aromatizado a lluvia, en una banqueta del parquecito “Los milagros”.

Despertó con la vista de humo y sus manos le dolían, la costilla derecha le palpitaba y sentía un hueco donde entraba agua.

La piel parecía haber absorbido la humedad de la banca de concreto.

Concreto mojado… siempre le había gustado lo mojado por el color que le daba a las cosas. La ropa se volvía de un tono más intenso, las piedras, el suelo, las ventanas y la piel.

Nina después de abrir los ojos de golpe de aire, volteó para buscar la persona que le había despertado a las 10 de la mañana en punto.

¿Diez de la mañana? ¿Cómo sabía que eran las diez de la mañana?

¿Cómo estaba tan segura de estar en el parque de Los milagros?

Se levantó por fin de la banca; “barco”, pensó en ese instante al ver el charco de agua a su lado… el piso estaba cubierto de las secuelas de las flores mojadas.

Ella temblaba de frío y sentía cómo se le colaba el aire por la espalda, como punzando sus vertebras… Olía bien...

Buscó los 10 pesos que había encontrado ayer mientras leía en el metro.

El metro siempre era bueno para leer. Le hacia pensar que todos estaban tras de ella leyendo y ella leía para todos, con solo mover los labios y sonreír.

Alguna vez se tiró al pasillo del metro a leer… sus pelos castaños (de astilla, como ella decía) se regaron en el vagón… Y ahí, sí que se sintió observada, era bueno, ahora si le ponían atención a uno de esos cuentitos de noche. Le arrojaron dinero y ella se levantó y se fue, dejando las monedas regadas…Excepto por una moneda de cinco que brillaba mucho.

_Café americano. Le salió la voz ronca.

La cafetería era uno de esos lugares que nadie puede dejar pasar, la verdad, habían muy pocas donde ella vivía, y para llegar a una verdaderamente concurrida, debía tomar un bus hasta Monarca, lugar que, después de todo, le encantaba.

La mesa le reflejaba la cara… parecía un lugar limpio y sus pies se sentían asustados, se arrugaban como si alguien estuviese haciéndoles cosquillas, primero estaban fríos y ahora el calor de la cafetería le enrollaba los pies.

El dueño limpiaba las tazas, su boca parecía dibujada, como una “n” y su papada brillaba, a Nina le gustó y sonrió dentro de la taza…

Imaginó como llegaba a casa el hombre “n”: Besaba a su esposa, con el todavía olor a café, y miraba el retrato de su madre muerta. Ella le cocinaba panes y papá hacia el café, él siempre se quemaba la lengua, eso era lo delicioso de la noche… después de ese recuerdo suspiraba y miraba al techo, besaba a su esposa y apagaba las luces… era entonces cuando su boca se hacia más “n”.

Luego llegó una muchachita, parecía arrastrar bolsas y bolsas pesadas, pero solo eran sus pies…

_Un chocolate frío.

Pidió con voz baja pero exigente. Pagó, se bajó la falda que tenía enrollada en la pierna, se acomodó el cabello y bebió, Nina escuchaba la respiración dentro del vaso. Como de un niño sediento.

Nina bebió los asientos del café y le miró los pies… imaginándolos como bolsas.

Luego se dio cuenta que la niña pies de bolsas la miraba iracunda.

_ Hola.-dijo Nina casi sonriendo, casi sin poder dejar de ver los pies de bolsas.

La niña pies de bolsas se volteó y salió de la cafetería. Nina pagó y le siguió.

Casi sentía tocarle el hombro cuando escuchó a lo lejos su nombre gritón:

_ ¡Nina! ¡Por fin te encuentro, hermanita! ¿Tienes fiebre? ¡Estás temblando!

(Pero era de emoción, te lo juro)

_ Estoy feliz de verte. ¿Vamos por una sopa caliente? Y no, creo que no hay fiebre.

Parecía que todo volvería a la normalidad. Una o dos noches Nina había dormido en la calle… había adoptado esa costumbre cuando una vez se quedó dormida en una banqueta, estaba ebria.

Nina vivía en casa de su hermana. O ambas vivían juntas o su hermana vivía en casa de Nina… Se sentaban a pensar eso de noche.

Esta noche no fue así.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Carta a "Satanás"


Anoche, la muerte se acurrucó a mi lado y le he pedido que se lleve mi cuerpo por las tardes, siempre y cuando te deje a mi lado unos tres años más.
Te vuelves una avecilla recién nacida entre las manos de un niño; yo soy las manos y el niño tu recuerdo de carros de hojalata.
Todo tu desplumado ... Tienes hambre siempre y yo todo el tiempo quiero acariciar tus alitas, pegarlas a donde éstas iban, creyendo que con palabras tersas se adherirán de nuevo...
¡ah! Ayer... qué bello ...te movías un tanto insano, una sonrisa convexa y una espalda que aún soporta mi suerte... indestructible piececita de ajedrez, te voy a ocultar en medio de mis senos, te voy a enterrar para llevarte como un dulce tumor, para no temerle a las noches.

Hoy comí pan de tristeza: luego llegó la niña morena que conocí hace poco, pero siempre me ha gustado; me quiso curar con un beso en la mejilla, pero no sirvió mucho puesto que ella pensaba en su novio que le corroía la piel.
Yo sé que te vas a quedar volando entre mis cielos y unas rejas de alambre, así, aunque tu pico se pudra y tus ojos se agusanen
vas a picotear mi cerebro para obligarme a respirar el mundo que tu dejaste empacado en una caja polvorea, enmohecida por las huellas húmedas, babosas, de tus hijos.

Ten cuidado, dices y yo te contesto : "No seas imbécil, te amo hasta que te agusanes"
"Sí, vamos, tengo hambre. Sed, miedo, náusea" ...
debí continuar balbuceando palabras para que tus ojos grises se mezclaran con mi piel, que es como un hígado bien cocido. Yo sólo busco tu boca roja ante cualquier río caudaloso de tus años, te acaricio el pelo y te suelto las alas sin más. con los ojos cubiertos de agua salina...
Me has prometido volver a anidar en mi espalda..

Yorela B.



miércoles, 8 de septiembre de 2010

Catarina.


No estoy buscando
tampoco esperando que de tu rostro caiga la lluvia
como siempre esperé de otras damas que se robaron mi cabeza

Yo no sabía que de tu boca saldría tanta dulzura como la de una mujer de pueblo
que jamás había
olisqueando las flores de ciudad
Eres como aire de invierno acariciando los cabellos
de la gente, dejando esbozos parecidos a hematomas en mi piel
la pureza con manchas oxidadas
el beso de un padre
Y yo
tan urgente de una sombra delicada con olor a canela
me desquito recorriendo con los ojos que me quedan
tan solo la mitad de tu rostro
eso es por que me detengo entre tu cuello y tus manos
hago un suspiro entre cada línea y la memorizo
por si algún día
cierto día
pueda borrarlas con solo emitir un sonido a tu oído
colorear tu sonrisa de ocre café nocturno
Usar tu par de piernas de canario que suben sin cansarse
tomarlas por sorpresa para no dejarme llevar por la corriente

Voy a mostrarte cómo las mujeres
se pintan el alma antes de mirarse al espejo
Veras qué distinta es tu boca mal dibujada al contacto con la mía
Te enseñaré a sentarte a la orilla de la cama
para que veas la delicia de la oscuridad
Podrás ver tu cuerpo adherido al mío sin tener que salir de tu casa
ni preocuparte por llorar nueve meses después o diez días antes

Pero
he olvidado decir que si bien podría encerrar el cielo raso en tu habitación
no he podido borrar la tinta roja que te cubre
siendo que yo ya te estaba cubriendo de azul...


Yorela B.