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domingo, 22 de abril de 2012

Incrédula y sumisa dejo que caiga tu ternura entre mis manos

Aquí he esperado desde que el alba nació de tus labios

Te invoco cada que el recuerdo muerde los míos

Y me baña la nuca tu espeso aroma del que espero inundarme un día

¡Yo espero! Espero paciente y cada que tu voz nombra a esta ingenua

Todos mis ardores se evocan a ti y aun así me petrifico con el olor de tus palabras y tus miradas

Así me transporto, curtida de aquellos impertinentes a los que les temes

Me encuentro tan trémula de esperanzas

¡Que tu tibio roce sea mío al fin y que, ¡Ay!, el tiempo se escurra entre este asfalto y que sea al fin la mañana en que nuestras sombras se junten y sumerjan la carencia entre el fango y los charcos.

Aquí espero

Aprendo a saberte, te dejo saberme

Y asciendo temblorosa entre tus sueños muertos

Para cantarte poemas que se tornen miradas furtivas

Sé esperar, sé encarcelar la locura de estos labios delirantes

Sé perder la locura de los días que llevo en la mansedumbre de mi agonía

Espero y te invoco de entre las sábanas y las aulas

De entre los pasillos y las siete de la mañana.

Yorela B.