¡Qué caricias más eternas, qué caliente el aura que nos rodea esta noche!
aunque lejos los cuerpos, sudan el alma y el viejo tango atorado en tu cabello de nube y escarcha
No lloréis más por el seno de vuestra madre, que aquí está la niña para curar sangre fría y azulada. Cuando despiertes, blancura en tu frente encontrarás y Soledad
será dulce ofensa de esta hermandad de sábanas
que cantan el escampe de un añejo atardecer
Yorela B.
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